http://guiadelcentrohistorico.mx/sites/default/files/styles/imagen_destacada/public/CasaProfesa_0.jpg?itok=CtS3X5PW
Introducción.
Luego de la caída de Tenochtitlán en
1521, el asentamiento del gobierno virreinal, y del ferviente proceso de
evangelización de naturales que conformó -digámoslo de manera somera- el siglo
XVI en los territorios de la Nueva España ,
los florecientes siglos XVII y XVIII pueden vislumbrarse como un periodo
homogéneo en el sentido de lo que actualmente comprendemos como novohispano. Es
el momento en que las artes figuran cargadas del florecimiento del barroco
español y de su posterior conjugación con el manierismo, pretendiendo reforzar
el espíritu religioso en las almas de aquellos personajes y ser paladín al
rivalizar con los elementos “pecaminosos e incorrectos” del protestantismo, de
tal suerte que el Arte se carga de motivos que pretenden impresionar a sus
espectadores y sumergirlos en un mar de sentimientos y reflexiones en torno a
lo divino y a la mística, colocando en contra del “horror al vacío” la
escultura y la plástica abundante en los temas marianos, los sacramentos, la
vida conventual o monástica, la representación de los pecados y la jerarquía
angélica.
A partir del siglo XVII
y con la estabilidad política y económica conquistada, algunas familias “lograron acumular grandes
fortunas producto de la minería, del comercio o de las haciendas (…) surgiendo
la nobleza novohispana”[1]; lo que
favoreció la aparición de las grandes dinastías
patrocinadoras de la producción artística.[2] También
la Iglesia figuró para tal efecto, al estar firmemente cimentada como
institución y poseer dineros a través de sus posesiones territoriales, del
diezmo, de los préstamos, capellanías, etc. Tal fenómeno produjo
consecuentemente una “ostentación de la riqueza”, en la que participaban
aquellos actores financieros mencionados obteniendo un prestigio socialmente
reconocido, ya que “esta ayuda era pública y todos sabían a quien se debía la
creación o trabajos de obras de arquitectura de los diferentes claustros”[3] pero
también, las diferentes retablos y pinturas que adornaban los templos, lo cual
es posible encontrar en los libros especializados como parte del patrimonio
cultural de México. Definir este último término resulta verdaderamente
complejo, debido a la discrepancia en los parámetros referidos por las
instituciones respecto a lo que es un bien cultural y aquello que no lo es. Sin embargo, puede decirse que en términos generales el patrimonio
cultural consiste en una serie bienes muebles e inmuebles, tangibles e
intangibles, que son propiedad de la herencia histórica de un lugar. El
problema que destaca de la aseveración anterior refiere entonces a un proceso
de atribución de valores, ante una tradición histórica que lo valida, sujetas a
ideales o dinámicas cambiantes de la sociedad y su percepción de lo que es
propio en el sentido de identidad propia. Cabe mencionar que el concepto es una
construcción social del siglo XX, pero que nos remonta inclusive a los
vestigios de la tradición cultural clásica que se mantuvo en toda Europa y
llegó prácticamente a la actualidad.
La construcción del patrimonio es posible a través
de la conjugación de diversos elementos; primero su valor histórico, ya que la historia del arte es la base desde
la perspectiva estética (conjunto de pinturas y representaciones estéticas), lo
que permite asignar valores de apropiación y explicación de las manifestaciones
artísticas. La educación es otro signo de identidad; en la parte de la
regulación es el derecho que otorga validez mediante una figura jurídica de
propiedad, trasmisión, protección y control políticos de los mismos bienes. Es
decir la protección ante el valor económico que representa el patrimonio, a
partir de lo cual puede pensarse en la difusión del mismo.
Hablando de México, “es uno de los diez destinos
turísticos más visitados del mundo y no cabe duda que entre sus principales
atractivos se cuenta su riqueza patrimonial. La cual ha sido reconocida por la
UNESCO”.[4] La
mayor parte de sus museos tiene un carácter de nacionales; sin embargo, uno de
los más grandes problemas es que puede variar la categoría según el recinto, y
es aún más difícil concretar la figura del patrimonio como recinto cuando se
trata de una iglesia o de los bines que resguarda. Si bien en el contexto
particular de México ante América Latina se encuentra en buen posicionamiento
dentro de la conservación del patrimonio, pues el Gobierno Federal otorga una
cantidad importante para este rubro -sólo afectado por las crisis de los
ochentas junto a las políticas del sistema neoliberal que homogéneamente
desestabilizaron los recursos-, [5] aunque
el programa de catalogación, preservación y subvención por parte de sus instituciones
no sea suficiente para contemplar sus bienes históricos en su totalidad y
atendiendo a las particularidades de cada uno de ellos. Tal situación no solo
perjudica a las obras patrimoniales desatendidas sino que además afecta de
alguna forma al sector turismo, atendiendo a la premisa de que la gestión
adecuada del patrimonio cultural atrae turistas interesados en este tipo de
atractivos.[6] Asimismo en la promoción
intervienen las industrias culturales y las comunicaciones masivas, ya que “sabemos
que el mercado potencial de la oferta cultural no sólo es cuestión de precio,
sino también de contar con las disposiciones incorporadas y adecuadas para
poder distinguir, evaluar y disfrutar las prácticas y productos culturales”. [7]
En esta ocasión,
lo dicho será analizado a partir de las visitas a la Pinacoteca de la Casa Profesa ubicada en la Ciudad de México, lugar que
los escritores hemos escogido por su particular situación en cuanto a difusión
y conservación del patrimonio artístico. Los resultados de este estudio de caso
serán publicados en un blog de Internet con el propósito de hacer publica
nuestra critica a partir del uso de este medio de comunicación.
-
La Iglesia de San
Felipe Neri.
Una
de las colecciones de pintura en caballete más profusa en México es sin duda la
que posee la Iglesia de la
Profesa , con 350 ejemplares. En palabras de Abraham
Villavicencio -curador del Museo Nacional de Arte- su acervo “tiene un valor
superior al de otros recintos del país, debido a que las colecciones que se
exhiben en dichos espacios han sido conformadas por diversas obras llevadas de
templos y casas conventuales”,[8]
clausuradas a partir de la expedición de las leyes de Reforma en el siglo XIX,[9] así como
adquiridas a partir de subastas y donaciones; mientras que en las de la Profesa resultan sumamente
especiales ya que han permanecido “in situ” desde el siglo XVII.[10]
Apreciar
las pinturas que resguardan sus paredes permite una idea de cómo estuvieron
decorados los interiores de los conventos de la capital del virreinato de la Nueva España , siendo la Profesa la muestra aun
tangible de la riqueza conventual, y no el vago recuerdo que se tiene de
algunos templos hoy inexistentes, o de aquellos que fueron perdiendo sus
acervos a favor de la creación de otros museos, colecciones privadas o al ser
victimas del extravío y el tiempo.
A
partir de la expulsión de la
Orden de Jesús de los dominios españoles, decretada por el
rey Carlos III, la Casa Profesa
y su iglesia quedaron abandonadas por los jesuitas, sirviendo provisionalmente
como casa de los adeptos del Colegio de San Idelfonso para posteriormente, en
1771, convertirse en residencia definitiva de los padres del Oratorio, quienes
la solicitaron al gobierno virreinal a cambio de sus iglesias y habitaciones,
que habían quedado dañadas por el terremoto del 4 de abril de 1768, y que se
ubicaba en la actual calle de República del Salvador. Al pasar los oratorianos
a la Profesa
llevaron consigo la colección de pinturas que adornaban su Iglesia de San
Felipe Neri y claustro, como la serie de doce óleos de la vida del santo
firmada por Antonio de Torres en 1708, pero sobre todo el exvoto que representa
el propósito, los padre y los hermanos que integraron la comunidad filipense en
1767 (Fotografía I), postrados ante
San José, quien los cubre con su capa sostenida por la Virgen de las Nieves y San
Felipe Neri, patronos de su congregación, para “darle gracias por haberla
librado de la muerte anual de uno de sus miembros que venia padeciendo la comunidad
hacia tiempo, y reconocer y proclamar su patrocinio”.[13]
Fotografia I, Josè de Alcibar, Patrocinio de San Josè, 1768.
A partir de
la llegada de los padres del Oratorio en la Casa Profesa de los jesuitas,
las instalaciones fueron ampliadas por el arquitecto D. Manuel Tolsà en
1802. A dicha ampliación corresponden la
serie de cuadros relacionados con la temática de los ejercicios espirituales
que según Ignacio de Loyola debía seguir la orden que había fundado, narrando
lo concerniente a la reflexión sobre la muerte, el juicio de las almas, las
fauces del infierno, el pecado y la salvación (Fotografía II).
Fotografía II, Anónimo, La boca del infierno, óleo sobre tela, siglo XVIII.
Fotografía II, Anónimo, La boca del infierno, óleo sobre tela, siglo XVIII.
También
el acervo contiene algunas donaciones, como la Virgen Dolorosa donada por Doña
Gertrudis de la Peña Marquesa
de las Torres de Rada en el siglo XVIII, pintura que viajó desde Roma hasta
este recinto (Fotografía III).
Fotografía III. Bartolomè Mancine, Nuestra Señora de los Dolores, óleo sobre tela, s. XVIII
La critica puede ampliarse incluso a los museos propiamente dichos; para los escritores es revelador la exposición reciente en el Museo Nacional de Arte titulada “Melancolía” en la cual se consiguieron obras de diversos fondos, sin atender el acervo de
Respecto
a la difusión, parece que el problema radica en que al ser el P. Luis Cano el
único responsable de ello, las visitas guiadas exclusivamente mantienen el
horario sabatino de dos horas, por lo que la difusión de un acervo grande no
resulta equivalente al numero de sus visitantes, como en el caso de los museos.
A ello deberemos sumar el problema general respecto al numero de interesados en
el arte novohispano que visitan este tipo de recintos. Tal vez para lograrlo
los medios masivos de difusión deberían intentar la promoción de dichos lugares
sustrayéndoles de la carga religiosa, destacando valores más artísticos o como
producciones que en si mismas contienen determinadas anécdotas.
-
Conclusiones.
El patrimonio y la difusión del mismo afrontan
grandes problemas actualmente. En el caso de la Profesa la difusión es a
menor escala o colateral al patrimonio general que resguarda la Ciudad de México. Dicho
recinto, es y resguarda patrimonio histórico, manteniéndose vigente gracias a
un proyecto particular, ya que el intervencionismo estatal ha sido casi nulo y
la extensión de sus objetos de protección ha determinado la política de tutela
sobre los bienes culturales de la Iglesia católica, debido a que “los objetos
al servicio de la función cultural y el reconocimiento de su titularidad
eclesiástica ha condicionado un variado tratamiento legislativo”.[14]
Por tanto, la promoción cultural del patrimonio emprende retos tocantes al
interés de las instituciones gubernamentales por el rescate, la búsqueda de
acuerdos que formen programas laicos, el rescate y conservación propiamente
dichos, la organización de programas, gestionar la promoción en medios de
comunicación así como los recursos económicos.[15]
Tal vez debería tomarse como ejemplo las políticas
internacionales respecto a ello, como el caso de Chile, sobre la protección
legal del patrimonio cultural inmueble, actualmente vigente, donde la ley
preserva el patrimonio en el mismo sentido que otorga autoridad a un organismo
para ejecutar tal acción, en un consejo de monumentos subsidiado por el estado
pero con el fin de proyectarse en el turismo,[16] específicamente
teniendo como destinos la exposición de sus bienes patrimoniales y de cuyo
sector al tiempo se retroalimenta la economía que permite subsidiarlos.
Debemos atender desde el plano académico el desfavorecimiento
de la producción que involucran las temáticas religiosas, ya que es evidente
que la acción de la
Iglesia Católica ha modelado el pasado desde cualquier punto de vista,[17]
lo que permite a la vez formar estudios sobre la construcción y las
manifestaciones artísticas de las naciones. Finalmente, hemos considerado
adecuada la publicación de este caso particular en las redes electrónicas para
lograr difundir a través de las mismas los problemas que enfrenta la Profesa , los cuales son
solo conocidos por aquellos que visitan el recinto.
Fuentes
Consultadas:
1. Àvila Blancas Luis,La
Pinacoteca de la Casa Profesa , México, 1999.
2. Autrey Maza Lorenza,La
Profesa , patrimonio
artístico y cultural, Secretaria de Desarrollo Urbano y Ecologia, 1988.
3. Peñalba, Josué Llull. "Evolución del concepto y de la significación social del patrimonio cultural" en Arte, individuo y sociedad 17, 2005.
4. Rodríguez Domingo, José Manuel. El patrimonio cultural de la iglesia católica en España: Treinta años de legislación (1979-2009), Madrid, 2010.
5. Rodríguez Ochoa, María Yolanda, et.al, “Gestión del patrimonio religioso. Propuesta de una guía turística de ex conventos franciscanos poblanos de la época novohispana” en International journal of scientific management and tourism, Vol. 2, Nº. 4, 2016.
6. Rosas Mantecón, Ana. "Usos y desusos del patrimonio cultural: retos para la inclusión social en la ciudad de México." Anais do Museu Paulista: História e Cultura Material 13.2 (2005): 235-256.
1. Àvila Blancas Luis,
2. Autrey Maza Lorenza,
3. Peñalba, Josué Llull. "Evolución del concepto y de la significación social del patrimonio cultural" en Arte, individuo y sociedad 17, 2005.
4. Rodríguez Domingo, José Manuel. El patrimonio cultural de la iglesia católica en España: Treinta años de legislación (1979-2009), Madrid, 2010.
5. Rodríguez Ochoa, María Yolanda, et.al, “Gestión del patrimonio religioso. Propuesta de una guía turística de ex conventos franciscanos poblanos de la época novohispana” en International journal of scientific management and tourism, Vol. 2, Nº. 4, 2016.
6. Rosas Mantecón, Ana. "Usos y desusos del patrimonio cultural: retos para la inclusión social en la ciudad de México." Anais do Museu Paulista: História e Cultura Material 13.2 (2005): 235-256.
[1] Carlos Astorga Vega “Espacios
privados. Vida cotidiana, retratos de monjas coronadas y arquitectura en el
Real Convento de la
Concepción de la
Ciudad de México” en Juan Luis Rodríguez Parga, et.al., Vida cotidiana y espacios públicos y
privados en la capital del virreinato de la Nueva España ,
México, UNAM/Fes Acatlán, 2008, p. 53-54
[2] En el caso de la pintura las
familias adineradas podían si bien dar el pago por la realización de una obra
plástica, bien podían también ser las creadoras de las mismas, formando una
estirpe de artistas. Un ejemplo de ello son el linaje de los Juárez y de los
Echave en el caso de la pintura.
[3] Carlos Astorga Vega, Op. cit., p. 54
[4]
Ana Rosas Mantecón, "Usos y desusos del patrimonio cultural: retos
para la inclusión social en la ciudad de México." Anais do Museu
Paulista: História e Cultura Material 13.2 (2005), p. 1.
http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S0101-47142005000200008&script=sci_arttext&tlng=es
[5] ibid, pp. 2 -3.
[6] María Yolanda Rodríguez Ochoa, et.al, “Gestión del patrimonio
religioso. Propuesta de una guía turística de ex conventos franciscanos
poblanos de la época novohispana” en International journal of scientific
management and tourism, Vol. 2, Nº.
4, 2016p. 227-228.
[7] Josué
Llull. "Evolución del concepto y de la significación social del
patrimonio cultural” en Arte, individuo y sociedad 17, 2005, pp.
177-206.
[8] Abraham
Villavicencio, curador del Museo Nacional de Arte (comunicación personal abril
28, 2017) entrevista realizada por Leonardo C. García, prestador del servicio
social en dicha institución.
[9] A partir de la
Ley de Desamortización de las
Fincas Rústicas y Urbanas de las Corporaciones Civiles y Religiosas de México
en 1856 muchos espacios religiosos fueron cerrados o vieron reducidos sus
terrenos, por lo que las obras artísticas a partir de ese momento fueron
reubicadas en el mejor de los casos. En el caso de la Profesa , su casa de
ejercicios religiosos fue derribada como resultado de tal reforma en 1862 para
abrir la calle 5 de mayo y poder venderlo en lotes por parte del gobierno
liberal.
[10] Luis Ávila Blancas, La Pinacoteca de la Casa Profesa , México, 1999, p.
3.
[11] Idem.
[12] Lorenza Autrey Maza, La Profesa , patrimonio artístico y cultural¸ Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, 1988, p. 54.
[13] Luis Ávila Blancas, Op. cit., p. 5
[14] José Manuel Rodríguez Domingo,
"El patrimonio cultural de la iglesia católica en España: Treinta años de
legislación (1979-2009)." España, 2010, pp. 2-4.
http://digibug.ugr.es/handle/10481/27373#.WRaO1IWcHmQ
[15]
Solorio García, Eduardo. Mi ingreso a la Dirección General
de Difusión Cultura (DGDC) como: el promotor cultural, elaboración de eventos
culturales y como se promovían los eventos culturales. Instituto Tecnológico
de Colima, 2016, p. 11-14.
[16]
Comisión Técnica de Patrimonio Arquitectónico y Urbano Consejeros Secretaría
Ejecutiva del Consejo de Monumentos Nacionales, Protección legal del patrimonio
cultural inmueble ley n° 17.288 de monumentos nacionales, en información sobre el consejo de monumentos
nacionales, los monumentos históricos y las zonas típicas o pintorescas,
Chile, mayo del 2011, pp. 2-18.
http://www.monumentos.cl/consejo/606/articles-11148_doc_pdf.pd
[17] María Yolanda Rodríguez Ochoa, et. al, “Gestión del patrimonio
religioso. Propuesta de una guía turística de ex conventos franciscanos
poblanos de la época novohispana” en International journal of scientific
management and tourism, Vol. 2, Nº.
4, 2016, p. 230.